lunes, 8 de marzo de 2021





¡ Hoy es el día de la mujer! Por eso os compartimos un cuento sobre este día tan bonito que nos une a todos y a todas. Esperamos que os guste. No dudéis en comentarnos qué os ha parecido.

Un 8 de marzo

Era el año 1857, Kate era una niña que trabajaba junto a muchas otras niñas y mujeres en una fábrica de ropa.  Todos los días, al ir a trabajar oía a sus compañeras hablar de todo lo que hacían. Las veía trabajar en la fábrica, horas y horas, todos los días. Además, sabía que también eran mamás, y que cuidaban a sus hijos con todo el amor y dedicación del mundo. Además, tenían que limpiar la casa, la ropa, hacer la comida y cuidad de sus maridos, de sus padres y de sus suegros. 

-Deben ser superheroínas - pensaba Kate todos los días al oír las historias del día a día de sus compañeras. No podía creer que, siendo personas normales, pudieran hacer todo lo que hacían y siguieran manteniendo esa sonrisa cada vez que la miraban.

La madre de Kate, que se llamaba Mary, trabajaba cerca de su hija. Junto a sus amigas, admiraba muchísimo el trabajo y la actitud de Kate, lamentando que su hija estuviera trabajando en lugar de jugando en la calle o con sus muñecas. Mary pensaba que Kate era tan maravillosa y tenía tanto que aportar al mundo que le daba mucha pena que solo lo fueran a ver sus seres cercanos. 

-Esa luz en los ojos de mi hija, esa luz que me da energía para todo el día. Solo la verán mis ojos. - Lamentaba Mary con sus amigas.

-Aprovéchala tú, antes de que la pierda aquí. - Respondió una amiga suya.

En ese momento, Mary se asustó, nunca había pensado que su hija podía perder la luz en la mirada que tanto la alegraba. No podía permitir que Kate perdiera su felicidad, al igual que le había pasado a ella, por trabajar sin pausa. Llegó el momento de irse a casa, y de recoger el salario de tantas horas de trabajo. Mary vio a Kate con sus amigas, y pensó que, tanto por su hija como por las demás niñas, tenía que hacer que esto cambiara.

Kate iba contenta a reunirse con su madre, le dio un beso y un abrazo y se fueron juntas a casa. Cuando llegaron a casa, Kate dio un abrazo a su padre, que esperaba la cena junto a la mesa. Mientras cenaban, escuchó a sus padres hablar de dinero, y cuánto había ganado cada uno. Kate no podía entender por qué su madre, aquella superheroína incansable que trabajaba de sol a sol, había traído a casa menos dinero que su padre. Esa noche, al irse a dormir, se lo preguntó a su papá.

-Tu mamá trabaja mucho, igual que yo. A ella le dan menos dinero, no sé por qué, siempre ha sido así. Pero entre todos traemos dinero para mantener nuestra casa y traerte juguetes - respondió su papá.

Siguieron hablando un rato, Kate convenció a su padre de que, aunque eso hubiera sido siempre así, no quería decir que tuviera que segur siendo así. Esa noche decidieron que tenían que hacer algo para defender a esa mujer a la que tanto querían los dos. 

Así que, al día siguiente, escribieron carteles para salir a la calle a explicar que querían lo mismo para las mujeres y los hombres. Contaron su idea a muchas otras mujeres y niñas, que decidieron hacer lo mismo. Mientras tanto, Mary, había pensado lo mismo, y ella y muchísimas compañeras prepararon carteles defendiendo a sus hijas, esperando que pudieran tener una vida mejor.

El día 8 de marzo se encontraron todas en la calle, cada una con sus carteles. Había muchísimas mujeres, madres que apoyaban a sus hijas, hijas que apoyaban a sus madres, mujeres apoyando a otras mujeres y, en general, personas apoyando a personas. 

Ese día no cambió todo, pasaron muchos años hasta que las cosas empezaron a cambiar. Gracias a mujeres como Kate y Mary, y a muchos hombres también que han creído en la igualdad, hemos conseguido muchas mejoras. Pero ese día fue el inicio de un pensamiento que nos une ahora, a hombres, mujeres, niñas y niños: todos somos iguales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más buscado